Del 9 al 11 de julio, el paseo marítimo de Algés va a ser invadido de nuevo por amantes de la música. Este es el escenario de uno de los mayores festivales de Europa y los abonos se siguen agotando en una edición más del NOS Alive. Pero con 24 horas que tiene el día, hay mucho tiempo para descubrir los secretos de Oeiras, Lisboa y alrededores.

Ya quedan lejos los años dorados de los Bee Gees, el mítico grupo que ayudó a consagrar a John Travolta como el rey de la pista. Desgraciadamente para algunos, las canciones de esa «Fiebre del sábado noche» siguen retumbando, pero prepárate para aprovechar los (pocos) descansos de los 130 conciertos para seguir una guía entre comidas, patrimonio y nuevos espacios que ofrece la región de Lisboa. Con o sin el «Stayin’ alive» en el lector de MP3.

Mañana: playas, poemas y palacios

Entre el río Tajo y el Atlántico, un consejo: ¡vete a la playa! Si el calor de julio no es suficiente para convencerte, quizás la gran cantidad de oferta lo haga. Entre Cascais, Carcavelos y Estoril, existen más de 10 playas certificadas. La calidad del agua está recomendada. Es obligatorio darse un chapuzón. Aprovecha las mañanas de cada día de festival para refrescar las ideas o recuperarte de las locuras de la noche anterior.

PUB • CONTINUE A LER A SEGUIR

Si prefieres una incursión por la capital, más lejos del recinto, también tiene playas a tu disposición. Este año hay arena y muchas olas junto a las principales arterias de la ciudad, aunque con tiempo limitado. El Jardim do Torel vuelve a ser escenario de la primera playa urbana de la capital: un acontecimiento para repetir, después del éxito del año pasado. Pero ya hay secuelas: en Belém, con vistas al río, también se va a abrir una playa urbana.

Para quienes no les interese nada la playa y estén mucho más preocupados por las artes (no solo musicales), pueden entrar en el mundo del Parque dos Poetas. En varias hectáreas de hierba, árboles y esculturas de genios literarios portugueses, puedes aprovechar para descansar. Vente de picnic, respira el aire limpio y conoce algunos de los grandes poetas de esta tierra. Además de las letras de tus artistas preferidos, alimenta tu cultura literaria y quizás tengas un buen tema de conversación para hablar sobre Portugal cuando vuelvas.

Esta también es una buena opción para quien ya ha perdido el espíritu mochilero y ha venido «con la familia a la espalda». Entre los numerosos y altos sonidos que ofrece el cartel, puedes encontrar en este parque momentos de paz. Y, quizás, algún silencio.

Para aprovechar las mañanas con otro encanto, también puedes visitar el más reciente símbolo de Oeiras: el Palácio do Marquês de Pombal. Reabierto al público en junio, este espacio perteneció al hombre que mandó reconstruir una ciudad tras el gigantesco terremoto de 1755. Su nombre: Sebastião José de Carvalho e Melo, o marqués de Pombal. ¿Su importancia? La Baixa de Lisboa no sería la misma sin él.

Tarde: paseos y aperitivos

Hay quien crea que las mañanas son para dormir. Si estás en esa onda, agárrate bien a las horas de la tarde y date una vuelta por el barrio del Chiado. Ropa, libros, discos de vinilo e incluso cómics japoneses. Puedes llevarte cualquier recuerdo de tu paso por Lisboa y el festival. Hay de todo en las geométricas calles de la Baixa lisboeta, con el Arco de la Rua Augusta como puerta de entrada ideal.

Aprovecha para coger otro tipo de «fiebre» —la gastronómica— y prueba los aperitivos que se siguen sirviendo en la capital. El pastel de nata (pastel de crema) es el rey de los dulces, pero nada supera una buena sardina asada en un barrio típico o un bacalhau à Brás (bacalao dorado) en un restaurante a tu elección. Desde bacalao y en plena Rua Augusta, también tiene un polémico pastel con queso de la Serra da Estrela que incluso extrañan algunos portugueses.

Hacia última hora de la tarde, guarda lo mejor: las vistas. Lisboa tiene numerosos miradores: entre las colinas cubiertas de casas, las anchas avenidas en hora punta y el río Tajo deslizándose entre puentes, contamos con el escenario ideal para una autofoto en tierras lusas.

Muchos dicen que lo mejor de Lisboa es su luz. Reserva por lo menos una puesta de sol para tomar una copa de vino en una terraza de la capital. Opciones no faltan y si, estos días de festival, te alojas en unos de los nuevos hostels lisboetas, basta que subas al último piso para formar una opinión sobre esta ciudad iluminada, que también tiene una Fuente Luminosa enorme, por cierto.

Si no tienes mucho tiempo para aventuras y Lisboa está muy lejos de los escenarios y los artistas que te han traído a estos pagos, para en Belém. Además de la nueva playa y el Tajo, esta zona de la ciudad concentra algunos de los edificios más importantes y simbólicos de la historia portuguesa. Descansa en la orilla del río y come un pastel de Belém. Lo hace todo el mundo.

Noche: voces y bailes

Sabemos que la noche es para los conciertos pero, si ya has usado el abono para el festival NOS Alive y todavía tienes tiempo libre, siempre puedes aprovechar las demás salas de espectáculos de Lisboa. Estate atento a los carteles del Coliseu dos Recreios, el MEO Arena, el MusicBox o la Galeria Zé dos Bois. Entre artistas de fama mundial y grupos que están empezando, vas a descubrir algo nuevo.

Si quieres ser tradicional y seguir la ruta turística más conocida, entra en una casa de fados. Entre el Bairro Alto y Alfama, hay restaurantes típicos con voces celestiales. Pide la carta, elige un caldo verde y guarda silencio. Un fadista cantará y te demostrará por qué el fado es patrimonio inmaterial de la Humanidad.

Para tomar una copa en un ambiente más alternativo, dirígete al primer bar steampunk de Portugal. En el Arranca-Corações hay aperitivos, vino y, entre tantos engranajes y alusiones a la ciencia ficción, tibornas (simples rebanadas de pan al horno con una enorme variedad de ingredientes a elección).

Si te quedas por Lisboa en noches de festival, puedes descubrir la bohemia «alfacinha» (lisboeta), en una guía simple que va desde el Bairro Alto hasta Cais do Sodré (o viceversa). Entre subidas y bajadas por la Rua do Alecrim, hay gente, sonrisas e historias para llevar en el viaje de vuelta. Sumérgete en las pistas de baile y siéntete vivo, como un Tony Manero sin traje blanco, aunque con ritmo para conquistar el mundo. En una discoteca o en cada concierto del festival, la música, esa, solo alimenta (y justifica) la memoria.

Traducción: Ana Hermida